En el fondo, somos nómadas; viajeros de corazón. El impulso de la humanidad por descubrir nuevos lugares siempre ha formado parte de nuestro ser.
Por eso, en el momento en que sentí que nada me ataba al lugar donde vivía, mi primera reacción fue viajar.
Era joven e ingenua, pero me entusiasmaba la idea de conocer un nuevo estilo de vida. Había muchas oportunidades y el mundo parecía tan atractivo. Tuve suerte de encontrar una en el centro de Europa. Llegué a Suiza, “adoptada” por una familia suiza por unos meses. Fue mi primera experiencia viviendo en el extranjero con desconocidos que pronto se convirtieron en familia. Estaba aprendiendo a vivir y a amar en otro idioma.
Nunca volverás a estar completamente en casa, porque parte de tu corazón siempre estará en otra parte. Ese es el precio que pagas por la riqueza de amar y conocer a gente en más de un lugar”.
―Miriam Adeney
Después de esta experiencia, mi corazón se dividía continuamente. No me imaginaba que ésa no sería la única vez. Durante la universidad, concentré todos mis esfuerzos en la siguiente escapada, ahorrando durante todo el año para viajar en cuanto llegaran las vacaciones. El bichito de los viajes me había picado… y lo hacía de tal manera que no podía apartar mi mente de él. Las ganas de seguir viajando ya habían hecho raíz en mí.
Un par de años más tarde, fui a Japón como estudiante de intercambio. Fue una experiencia que me cambió significativamente, y otra parte de mí permanece entre las hojas amarillas del ginkgo y las suaves flores rosas de los cerezos. Fue un año lleno de nuevos sabores, texturas y acentos, aprendiendo y desaprendiendo la vida tal como la conocía.
No mucho después, llegó otra oportunidad de trasladarme al extranjero. Italia fue la siguiente parada y donde mi corazón encontró un nuevo lugar al cual llamar hogar.
Viajar te cambia. A medida que avanzas por esta vida y este mundo, cambias ligeramente las cosas, dejas marcas, por pequeñas que sean. Y a cambio, la vida —y los viajes— dejan marcas en ti. La mayoría de las veces, esas marcas —en tu cuerpo o en tu corazón— son hermosas”.
―Anthony Bourdain
Debo decir que he estado en suficientes lugares como para saber que puedes encontrar una mano amiga sin importar la región, el idioma o la cultura. Siempre habrá un nuevo rincón que descubrir, una nueva ruta que tomar y la posibilidad de ver el mundo con otros ojos.
Esto me lleva a seguir buscando formas de viajar a través de historias, anécdotas, comida y nuevas experiencias. Crear una revista es el primer fruto creativo de esta pasión por los viajes. Pero al final, espero que más allá de las palabras que escribo y las fotos que comparto, muestre lo significativo que puede ser viajar. Espero que el entusiasmo por descubrir una cultura diferente, su comida, su gente, sus paisajes, su riqueza y su belleza, se vuelva contagioso.
Probablemente, nunca me curaré del gusanillo de viajar (ni quiero, de hecho). Y he aprendido que, aunque al principio parezca que el corazón se divide al cambiar de lugar, siento que el mío está aún más lleno al descubrir que mi hogar está dondequiera que yo esté.