Mientras caía el sol y el camello continuaba avanzando sobre el desierto, no pude más que sonreír durante todo el camino, llena de alegría y en completa admiración de este maravilloso lugar. La inmensidad de las dunas de arena que nos rodeaban era fascinante. El frenesí me desbordó. Estábamos en medio de uno de los lugares con los que más había soñado: el desierto del Sahara.
Las dunas del Sahara
Una maravilla natural de vastas llanuras y dunas soleadas, el desierto del Sahara abarca el sur y este de Marruecos. Es el desierto tropical más grande del mundo y cubre aproximadamente un tercio del continente africano. También es una de las áreas más adversas de la tierra, ocupando 9.4 millones de kilómetros cuadrados.
La palabra árabe sahra, que significa “desierto”, es el origen de su nombre. El Océano Atlántico limita con el Sahara al oeste, las montañas del Atlas y el mar Mediterráneo lo limitan al norte, el mar Rojo al este y el Sahel al sur. Visitar el desierto del Sahara es una gran experiencia para complementar un viaje por Marruecos. Así que nos aseguramos de programar esta aventura para nuestro viaje.
La mayoría de los tours al Sahara marroquí visitan una de las dos áreas más abiertas, Merzouga y Zagora. Las dunas de Erg Chebbi cerca de Merzouga con arena de tonos anaranjados y enormes dunas son la puerta de entrada al Sahara. La otra opción, las dunas de Erg Chigaga cerca de Zagora, es un desierto más rocoso con menos arena y un color más amarillento. Después de investigar un poco, nos decidimos por el primero.
El viaje de Marrakech a Merzouga es de más de 560 kilómetros de largo.
Cómo llegar al desierto del Sahara desde Marrakech
Merzouga es el principal punto de partida de las excursiones en camello por el desierto del Sahara. Algunos excelentes recorridos por el desierto están disponibles directamente desde varias de las principales ciudades de Marruecos, como Fez y Marrakech. El viaje de Marrakech a Merzouga tiene más de 560 kilómetros de largo y cruza a través de una parte traicionera y sinuosa de las montañas del Alto Atlas, a través de profundos barrancos y finalmente al desierto del Sahara.
Puedes comenzar el viaje como lo hicimos nosotras, temprano en la mañana desde Marrakech a través del paso del Atlas de Tizi n’Tichka y las altas montañas del Atlas hasta Ait Ben Haddou. En el camino hubo varias paradas libres, como el pequeño pueblo de Ouarzazate o los cañones de Todgha Gorges. Pasamos la noche en Tinghir, desde donde partimos al día siguiente hacia Merzouga.
Las actividades clásicas en el desierto del Sahara incluyen el senderismo en camello por rutas comerciales históricas, acampar bajo las estrellas del desierto y levantarse temprano para contemplar el amanecer sobre un océano de dunas doradas.
La experiencia en el desierto del Sahara
Cuando llegamos a las instalaciones de Merzouga, los camellos nos esperaban listos para emprender el viaje. Montar en camello no es tan cómodo y la altura es más de la que esperaba. Pero tendré que corregir. Éstos eran dromedarios. A diferencia de los camellos con dos jorobas, los dromedarios solo tienen una. Y son mejores para montar porque su joroba es más fuerte. Sus parientes son aparentemente más famosos, por lo que es más común llamarlo ‘paseo en camello’.
Tuve la suerte de montar el camello más viejo que va al frente de la caravana. Su nombre era Asawual. Ya que estuvimos todos instalados en nuestros camellos, un chico bereber vestido de blanco dirigió la marcha hacia el desierto. Anduvimos durante aproximadamente una hora, y me alegré de haber aprendido antes cómo arreglar nuestro turbante al estilo marroquí.
La ropa es fundamental para esta aventura en el desierto. Recomiendo usar ropa suave de manga larga para cubrirse del calor y pantalones cómodos para montar en camello. También recomendaría traer una mascada para amarrar alrededor de la cabeza como turbante y cubrirse la cara del viento y la arena. Incluso durante el verano, puede hacer frío por la noche, así que tráete también algo de ropa abrigada.
Cuando el sol comenzó a esconderse detrás de las dunas, mi cuerpo comenzó a adormecerse. Estaba rígido por el balanceo del paseo en camello, y me sentí aliviada de que no duró más. Para cuando llegamos al campamento, ¡prácticamente ya no sentía la parte inferior del cuerpo! Pero el malestar se compensaba con tener los ojos llenos de puesta de sol y dunas.
Los guías bereberes nos mostraron nuestra pequeña, modesta e increíblemente cómoda carpa. Para nuestra sorpresa, contaba con una instalación eléctrica que, aunque muy básica, nos permitía encender la luz. La mayoría de los campamentos en el desierto tendrán equipo esencial. ¡Ay, los lujos que uno puede a veces disfrutar mientras está en la naturaleza! Pero el verdadero lujo era estar en medio del desierto, rodeada solo por cielo y arena.
Una vez instaladas, salimos a caminar, subimos las dunas, rodamos, sentimos el viento y una infinita sensación de libertad. La arena suave que corría entre mis dedos decorados con henna era una sensación deliciosa. Las dunas tostadas eran de ensueño, el curvoso paisaje y la forma en que la arena se ondulaba en líneas perfectas dibujadas por el viento.
La temperatura varía drásticamente entre el día y la noche
La mejor época para ir es de marzo a mayo o de septiembre a noviembre
Luego cenamos en el campamento vecino. Se había organizado una comida de clásico tagine de pollo con verduras, el complemento tradicional de un viaje por el desierto. A altas horas de la noche, escuchamos música bereber interpretada por los locales quienes tocaban los tambores junto a una fogata. Disfrutamos contemplando las estrellas y trazos de la Vía Láctea. Nunca había visto tantas en mi vida, el cielo lleno de arena brillante. Fue una noche fantástica.
Antes del amanecer, emprendemos el camino de regreso. Y cuando surgió la luz y el amanecer dio la bienvenida a un nuevo día, nos despedimos de las dunas doradas. El desierto del Sahara es verdaderamente mágico y esta experiencia fue sin duda una de las más especiales que vivimos en Marruecos.
Una versión de este artículo aparece impreso en el Número 0 de Álula Magazine, con el encabezado “Las dunas del Sahara.”